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El Popular, editorial N° 189 - 6/7/2012
El golpe de Estado en Paraguay que culminó con la destitución a través de un juicio político express del presidente Fernando Lugo, siguió dominando la escena regional y provocó posicionamientos y debates en nuestro país.Es natural que así sea. Es un hecho político central y no tiene nada que ver con un “asunto interno paraguayo” como sostiene la derecha, afecta a todo el continente y es parte, como lo señalábamos la semana pasada, de una estrategia continental del imperialismo yanky y las oligarquías nacionales para intentar frenar o al menos obstaculizar el proceso de integración promovido por los gobiernos de izquierda y progresistas y la lucha de los pueblos en América del Sur.
Sostuvimos y sostenemos que lo de Paraguay fue un golpe de Estado, que se violentaron no solo los procedimientos sino la sustancia de la democracia y además que se lo hizo para defender intereses de clase muy concretos vinculados a lo más reaccionario de la oligarquía terrateniente corrupta de
Paraguay.
Los que hablan de respeto a la Constitución y reivindican el juicio político como un instrumento democrático lo hacen sin reconocer que no hubo juicio alguno, ni político ni de ninguna clase. Hubo un linchamiento político en dos días, no se constituyó ningún tribunal, no hubo acusaciones con pruebas fundadas, ni tampoco, por supuesto, garantías de justa defensa.
No se trata de un voto de censura para lo que basta un debate parlamentario (que ni siquiera eso hubo en este caso) y es un simple asunto de correlación de fuerzas. No. Un juicio exige acusaciones y probarlas, la derecha paraguaya acusó a Lugo de: no garantizar la seguirdad, no defender la propiedad privada y ceder soberanía ante el Mercosur y la Unasur. No presentó ninguna prueba, un senador-acusdor dijo que “los hechos no necesitan ser probados porque son de concimiento público”. La defensa tuvo un día para preparse y menos de dos horas para exponer. Los pocos senadores que rechazaban el juicio fueron impedidos de hablar. No se respetó ni la forma ni la sustancia del instrumento jurídico juicio político. Simplemente decidieron tirar a Lugo y le intentaron dar un viso, muy torpe por cierto, de institucionalidad.
El Partido Colorado de Paraguay, el partido oficial de la dictadura de Stroessner, instrumento de poder y de corrupción, de concentración de la riqueza y de robo descarado de tierras y recursos naturales, intentó 23 juicios políticos contra Fernando Lugo en dos años, casi uno por mes.
No es el uso de un recurso constitucional excepcional para una situación grave, es el uso sistemático del hostigamiento y la desestabilización, el chantaje y la amenaza, para defender sus prebendas. Lugo es, y no se dice, el primer presidente de la historia moderna de Paraguay que no proviene de filas del Partido Colorado. El segundo es el dictador Federico Franco.
En Paraguay hay tres cosas centrales que motivaron el golpe: la decisión de la oligarquía corrupta de defender a como de lugar el robo que hicieron durante la dictadura de Stroessner a 7 millones de héctareas (la mitad de la superficie productiva del Uruguay) de tierras estatales y comunitarias, que ahora manejan a su antoja con ejércitos privados; la decisión de impedir que un gobierno honesto evitara el despilfarro y el robo que realizan impunemente en Itaipú (la segundo represa hidroeléctrica del mundo, siete veces más grande que Salto Grande) y Yaciretá; la decisión de EEUU de aumentar su presencia militar en Paraguay, aspecto negociado con el Partido Colorado un día antes del golpe (tienen en Mariscal Estigarribia una de las bases más grandes de América Latina). Estos propósitos fueron facilitados por errores y debilidad en la gestión y en la acción política del gobierno de Lugo, pero eso, siendo cierto, no justifica un golpe de estado y mucho menos lo hace legítimo.
Además, lo de Paraguay no es un hecho aislado, la derecha y los yankys han promovido golpes de estado en Venezuela en el 2002, en Bolivia en 2008, en Honduras en 2009, en Ecuador en 2010 y ahora lo hacen en Paraguay y en simultáneo insisten en Bolivia.
Las modalidades son diferentes, putch militar-empresarial en Venezuela, separatismo y terrorismo de ultraderecha en Bolivia, combinación militar y parlamentaria en Honduras, utilización de las estructuras corruptas de la Policía, entrenada e infilitrada por millonarios programas de capacitación de EEUU, en Ecuador y en Bolivia. En todos los casos hay un denominador común la alineación casi unánime para desestabilizar de los medios privados de comunicación.
No vale hacerse el distraído y no registrar estos hechos.
La reacción internacional.
La región reaccionó de inmediato. Primero el Mercosur y luego la UNASUR suspendieron a Paraguay en su participación en los organismos políticos hasta que supere “la ruptura de la institucionalidad democrática” y realice “elecciones libres, sin proscripciones”, todos aseguraron que se respetará la voluntad soberana del pueblo paraguayo.La cláusula democrática contenida en el denominado protocolo de Usuahia dice textualmente en su artículo 1: “El presente Protocolo se aplicará en caso de ruptura o amenaza de ruptura del orden democrático, de una violación del orden constitucional o de cualquier situación que ponga en riesgo el legítimo ejercicio del poder y la vigencia de los valores y principios democráticos”.
¿No debìa aplicarse en el caso de Paraguay? ¿Entonces cuando iba a aplicarse?
Uruguay apoyó las sanciones políticas y se batió para que no se adoptaran sanciones económicas entendiendo que estas solo harían mas díficil la situación del pueblo paraguayo.
El MERCOSUR adoptó la decisión de hacer efectiva la integración como miembro pleno de Venezuela, aprobada por los parlamentos de Argentina, Brasil y Uruguay e incluso por la Cámara de Diputados de Paraguay y frenada hace tres años por el Senado guaraní, el mismo que destituyó a Lugo.
No se violentó ningún proceso, no se avasalló a nadie. Paraguay está suspendido los otros tres países ya aprobaron el ingreso de Venezuela en todas las instancias. El Senado paraguayo, desde donde la derecha regional ejercía el poder de veto, perdió ese poder al transformarse en golpista.
La decisión del MERCOSUR es además de legítima acertada desde el punto de vista político y estratégico. Se fortalece el MERCOSUR en medio de la crisis mundial más grave de la historia, se lo fortalece también como interlocutor ante EEUU, Europa e incluso China, que ahora busca un acuerdo.
Se envia además una señal política a EEUU en el tablero político regional no puede hacer lo que quiera y hacerlo impunemente, la reacción es más unidad, más integración y más intercambio intrarregional. En este terreno, el económico, trambién se inscribe la decisión del Mercosur de habilitar acuerdos de sus miembros con otros países de la región que aún no integran el bloque.
La polémica en Uruguay.
Los partidos de la derecha uruguaya, Blanco y Colorado, fueron los únicos del continente en respaldar al Partido Colorado de Paraguay. Luis Alberto Lacalle fue a Asunción a ofrecerse casi como canciller honorario de los golpistas y la derecha paraguaya. Habló de “imperialismo de izquierda” e “intervencionismo”. Hasta se reunió y fotografió sonriente con Federico Franco, demostrando una predilección por ese apellido digno de estudio; de joven había ido a España y también se había fotografiado sonriente y orgulloso con otro Franco, con Francisco “el caudillo”, dictador durante décadas.Batlle y Sanguinetti no llegaron a tanto, en cuanto a viajes, pero si se aproximaron en las declaraciones. Pedro Bordaberry pasó de no opinar a pedir que se fuera el canciller Almagro y a defender al Partido que en Paraguay lleva el mismo nombre que el que preside aqui y entre cuyos dirigentes más encumbrados hay grandes amigos de su familia, relación de años, de otros tiempos.
Para estos señores, que apoyaron la invasión de EEUU a Afganistán, luego a Irak, también la última Libia, sancionar políticamente un golpe de Estado es una acción imperialista.
A Venezuela no la quieren, pero no la quieren nunca, esa es la verdad y siempre les va a parecer mal que ingrese al MERCOSUR. Porque querían el ALCA, siguen queriendo un TLC con EEUU y están en contra de la integración latinoamericana y apoyarán cualquier cosa, ya lo hicieron en Venezuela, en Honduras y en Ecuador, que devuelva poder a la derecha.
Es cierto que hubo polémica en el gobierno y en la izquierda. El canciller Almagro de destacadísimo papel para condenar el golpe en Paraguay y buscar una salida democrática, consideró que no era el momento de que ingresara Venezuela al MERCOSUR y dijo también que el voto uruguayo lo resolvió el Presidente Mujica y que “estuvo bien”. El vicepresidente de la República, Danilo Astori, también opinó en contra de la forma en que Venezuela ingresó al MERCOSUR y también matizó la opinión sobre lo ocurrido en Paraguay aunque condenó la destitución de Lugo.
Lo cierto es que hay una posición clara tanto en el gobierno donde el presidente Mujica condenó el golpe y acordó el ingreso de Venezuela como en el Frente Amplio que por unanimidad de su Mesa Política, todos los sectores y todas las bases, respaldó lo actuado por Mujica. En el mismo sentido se pronunció el ex presidente Tabaré Vázquez a la salida del Plenario del FA.
La diferencia de opiniones no puede hacernos perder de vista que el centro del debate es con la derecha y con los golpistas. Que lo central es que hubo un golpe de Estado en Paraguay, que hay que ser solidarios con su pueblo y con su presidente constitucional. Esos son los centros.