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El Popular N° 196 - Editorial 24/8/2012
“Porque atribuimos al pueblo, organizado democráticamente, el papel protagónico del proceso histórico, es necesario consolidar y extender la acción de los Comités de Base.
Es necesario que los Comités de Base territoriales ahonden y extiendan el nivel de su influencia, se conviertan en verdaderos baluartes del poder popular.
Es necesario que los compañeros frenteamplistas comprendan la enorme importancia que pueden tener los Comités de Base organizados en sus lugares de trabajo y de estudio”.
No encontramos mejor manera de iniciar el editorial de EL POPULAR dedicado al Día del Comité de Base que con esta cita. Esas palabras, de
enorme proyección y vigencia, pertenecen al discurso pronunciado por el general Líber Seregni en el “Encuentro Nacional de Militantes del Frente Amplio”, realizado el 18 de julio de 1972.
Algunos se apresurarán a decir que la situación del país es diferente. Por supuesto que sí, y en gran medida lo es, gracias a la acción política y a la lucha que en los 40 años transcurridos desde esa fecha realizaron el Frente Amplio y los frenteamplistas.
El Frente Amplio con su nacimiento cambió para siempre la política nacional. Fue y es coalición de partidos y movimiento de masas organizadas. Fue y es acción política permanente. Fue y es unidad en torno a un programa. Fue y es debate, toma de decisiones y acción conjunta. Fue y es vocación transformadora y de cambios. Fue y es la alternativa política popular al proyecto de país de la derecha y las clases dominantes.
Un componente esencial de ese potencial transformador lo constituyó la capacidad de movilización y de acción política permanente de cientos de miles de frenteamplistas. El Frente Amplio fue y es, “pueblo organizado”, haciendo política, movilizado y luchando.
Y para que ese componente esencial se exprese y desarrolle todo su potencial, fueron, son y serán, fundamentales los Comités de Base.
Hay otro elemento sustancial que agrega valor político a los Comités de Base: son un espacio constructor de unidad. La unidad está basada en comunión de ideas, en debate conjunto, en confianza política, en mecanismos de decisión claros, en respeto de los disensos. Pero tiene un componente central en la experiencia compartida, en la lucha común y estas tienen un espacio privilegiado en los Comités de Base.
En cada etapa histórica que debieron enfrentar el Uruguay y el Frente Amplio, los Comités de Base demostraron su vigencia y su capacidad de organizar y movilizar.
Así fue en el surgimiento del Frente Amplio, cuando los Comités precedieron incluso la fundación y se constituyeron como expresión popular de apoyo al proceso de unidad. Así fue en la etapa de enfrentamiento al autoritarismo de Pacheco y luego de Bordaberry. Así fue en el enfrentamiento al Golpe de Estado y al terror fascista. Así fue en la recuperación democrática. Así fue en el enfrentamiento al neoliberalismo y a la destrucción del país producida por la combinación de la crisis internacional y las políticas de entrega de la soberanía y el desmantelamiento productivo en 2002. Así fue en el proceso de acumulación de fuerzas que nos llevó a conquistar primero la Intendencia de Montevideo y luego por dos veces el Gobierno Nacional y varias intendencias en el interior del país.
Son una creación genuina de la izquierda uruguaya, tomado su nombre de las formas organizativas obreras en fábricas y talleres, fueron una alternativa popular al “Club Político” de los partidos de la derecha. Los Comités de Base expresan la comunión de militantes de distintos sectores políticos e independientes, los une su pertenencia al Frente Amplio y su voluntad de luchar por transformar el Uruguay.
No fueron ni son espacios desde donde repartir cargos públicos como si lo fueron y lo son los “Clubes Políticos” de la derecha. En los Comités de Base no hay carteles anunciando que se reúnen los “amigos del doctor fulano o mengano”. En los Comités de Base no se reparten tarjetas de recomendación para acceder a un puesto público.
Pueden tener muchas dificultades, pueden tener muchos defectos en su accionar, pero no esos defectos de origen, no están unidos al clientelismo y al acomodo.
Por supuesto que hoy no son lo mismo que en 1972, en primer lugar porque no son lo mismo los frenteamplistas y los Comités de Base son en gran medida lo que los frenteamplistas que militan en ellos hacen que sean. Por supuesto que el Frente Amplio fue impactado en su forma de hacer política por el acceso al gobierno y ese impacto también llegó a los Comités de Base. Por supuesto que necesitan revitalizarse e incluso cambiar. Cómo no asumir que debe cambiar lo que está pensado y tiene su razón de ser en el cambio. Cómo no asumir que en la gran tarea de transformar la sociedad nosotros mismos y nuestros instrumentos organizativos somos sujetos de cambio.
Los Comités de Base y con ellos los frenteamplistas deben profundizar su vínculo con el barrio, con la fábrica, con los talleres, con la facultad, con el liceo, con la sociedad toda. Los Comités de Base deben constituirse en centros de debate, de organización y de movilización popular. Los Comités de Base deben ser el ámbito donde los frenteamplistas puedan conjugar el verbo debatir pero también el verbo hacer.
Insistimos, abiertos al cambio, a las nuevas formas de organizarse, debatir y hacer, sin atarnos a ningún esquema ni rechazar nada que organice y movilice. El asunto es cambiar para qué y para qué cambio. Y nosotros decimos con Seregni, con la historia y con las necesidades imperiosas del presente, cambiar para más cambios, cambiar para que el pueblo organizado, sujeto del proceso histórico, sea protagonista; cambiar para transformar de raíz al Uruguay, cambiar para que no haya restauración neoliberal, cambiar para que la derecha no vuelva. Cambiar para seguir cambiando.
Por eso en el día del Comité de Base, rescatamos que se realizarán más de 400 asambleas políticas en todo el país, por primera vez desde que el Frente Amplio es gobierno se rompe la tendencia decreciente y habrá más que el año pasado.
Rescatamos que los frenteamplistas nos encontraremos y debatiremos juntos, que definiremos caminos para salir juntos a dar la pelea contra la derecha, que generaremos mejores condiciones para movilizarnos y profundizar los cambios.
La transformación de la sociedad, la disputa entre los dos proyectos de país no la resuelve solamente una buena gestión de gobierno, no puede ser obra de uno o varios dirigentes brillantes, no se resuelve con discursos, conferencias de prensa y debates.
Para gobernar mejor y transformar la sociedad, se necesita pueblo organizado y movilizado. Como decía Seregni hace 40 años el pueblo, democráticamente organizado, es el sujeto histórico de los cambios. Para que ese sujeto histórico se exprese se necesitan más y mejores Comités de Bases.
Otro Sanguinetti y el Terrorismo de Estado
“Consideramos que están haciendo terrorismo de estado, que es lo que se hace en Argentina. No lo vamos a permitir de ninguna manera. Que la población sepa que están atacando a la mayor empresa que hay en el país: la agropecuaria”.Esta frase, corresponde a Miguel Sanguinetti, presidente de la Federación Rural, en respuesta al anuncio de la DGI de que fiscalizaría a 100 grandes empresas agropecuarias para comprobar si estaban pagando lo que deben de impuestos.
Según Sanguinetti la DGI estaría inspirada en la revancha porque los ruralistas presentaron recursos de inconstitucionalidad contra el Impuesto contra la Concentración de Inmuebles Rurales.
El señor Sanguinetti no tiene derecho a hablar de Terrorismo de Estado. Terrorismo de Estado había aquí en Uruguay y en Argentina durante la dictadura, cuando se persiguió, secuestró, torturó, asesinó y desapareció a miles de uruguayos y argentinos. Lo ejercieron dictaduras fascistas que vale la pena recordar contaron con destacadas figuras ruralistas en sus gabinetes y para sus planes económicos.
En el caso del Uruguay, además, esa dictadura, a la vez que aplicaba el Terrorismo de Estado, daba créditos blandos al “campo” como les gusta llamarse, como si ellos solos fueran el campo; créditos que fueron licuados en deuda externa y que todos los uruguayos debimos pagar después cuando se rompió “la tablita”.
No hay ningún terrorismo, solo justicia, tratar de que paguen lo que deben, la agropecuaria tributa promedialmente un 6% de sus ingresos mientras el resto de los uruguayos tributamos promedialmente el 30%. Es sólo justicia señor Sanguinetti. Si cumplen la ley y pagan lo que deben pagar no habrá problemas. Sus disparates se parecen más a abrir el paraguas, porque el Terrorismo de Estado está relacionado con la impunidad y parece que lo que usted quiere es impunidad para evadir impuestos, objetivo nada loable y con nada de idealista, simplemente es cuestión de pesos.
El posicionamiento de Sanguinetti y de los dirigentes de la Federación Rural, beligerante con el gobierno y con la izquierda, a pesar de que nunca hubo tanto crecimiento del PBI agropecuario y de que nunca recibieron tanto por la tierra y por lo que ella produce, muestra el alineamiento de ese sector del campo con la derecha.
En el 2009 otro presidente de la Federación Rural, Octacilio Echenagusía, haciendo campaña electoral para Lacalle criticó con igual desparpajo el Plan Ceibal y el Plan de Emergencia.
Las expresiones de Sanguinetti no son un hecho aislado, son parte de la ofensiva desembozada de la derecha, en todos los niveles contra el cambio, quieren frenar todo y volver al neoliberalismo. No pueden ni deben quedar sin respuesta.