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El Popular Editorial N° 186
Las elecciones internas del Frente Amplio han significado un impacto político nada menor en la sociedad en general y en todos los ámbitos que la componen. Han despertado sentimientos encontrados, análisis contradictorios (algunos hasta pintorescos) y mucho debate. Qué bueno que así sea.
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Queremos reiterar y ampliar un concepto que manejamos desde el mismo momento en que se cerraron las urnas y se supo la cantidad de votantes. Movilizar 170 mil personas para una elección interna es una gran operación política, si a eso se agrega que lo hace un partido de gobierno, en su segundo período de gestión, lo es más aún. Tanto lo es que el Frente Amplio para esto solo puede compararse consigo mismo no hay ninguna otra fuerza política en el Uruguay capaz de realizar esa movilización ciudadana.
Esta afirmación, justa políticamente, no puede implicar ni una gota de triunfalismo y ni por un segundo nos puede llevar a cerrar los ojos ante las dificultades y retrasos que también se expresaron y que persisten. Los señalamos ya, los reiteramos: la caída de votos con respecto a la elección interna
anterior, la falta de movilización de la militancia y de los organismos, el desencanto y/o enojo de un sector no pequeño de militantes o con el gobierno o con la fuerza política, por razones a veces antagónicas, la pérdida de calidad del debate político, la absorción de la fuerza política por la agenda, las urgencias y la acción de gobierno, la pérdida de contacto y relación con el movimiento popular, el retroceso orgánico y lo que este implica como dificultad para canalizar la movilización.
Hay que recuperar la vitalidad política del Frente Amplio, hay que restituirle su rol de articulador entre el gobierno y la sociedad, entre la gestión y las demandas populares, hay que potenciar su papel como actor de la sociedad, constructor del bloque político y social de los cambios, promotor de la organización y la movilización popular. Se necesita más y mejor Frente Amplio para profundizar los cambios y para enfrentar el proyecto restaurador de la derecha. Se necesita lucha política e ideológica con la derecha para disputarle la hegemonía en la sociedad y asegurar que no haya marcha atrás.
Todo eso no se resuelve en un día ni con una elección, pero una elección y una movilización como la del 27 de mayo puede jugar a favor o en contra de ese necesario proceso.
Y creemos firmemente que jugó a favor.
Los 170 mil que fueron a votar, los más de 10 mil que se movilizaron ese día para permitir la participación de los demás, la recorrida a lo largo y ancho del país discutiendo, haciendo política y movilizando, los 67 mil nuevos adherentes, los más de 50 mil jóvenes que fueron a votar; todo eso es una base más que rescatable para iniciar la superación de los problemas.
Es un paso adelante también asumir los problemas y los retrasos cabalmente, no escurrirles el bulto. Pero se necesitan iniciativas políticas, medidas organizativas, propuestas innovadoras y mucha, mucha militancia para superarlos.
Las primeras conclusiones.
Aún faltan muchos datos para tener un panorama completo de los resultados. Sin embargo hay algunas cosas claras. Mónica Xavier es la presidenta electa, y con luz, hizo una gran elección y recibió un importante respaldo.Tanto el MPP como Asamblea Uruguay, que en algún momento, sobre todo en el gobierno y en algunos casos también en la fuerza política, eran presentadas como las dos fuerzas hegemónicas y los dos bloques en pugna retrocedieron en porcentaje de votación y en peso en los organismos de dirección del FA.
Se podrá discutir esto llevando el análisis a bloques, a cuentas por alianzas y a toda suerte de cruzamientos analíticos. Pero lo cierto, por donde se lo mire, es que las dos listas que aumentaron su peso, tanto en porcentaje de votación como en peso en los organismos de dirección fueron la 90 con el PS como fuerza central y la 1001 con el PCU como principal sostén.
En el terreno de las candidaturas presidenciales fue claro el triunfo de Mónica Xavier, pero también fue claro el respaldo recibido por los otros tres candidatos, en nuestro caso destacamos los más de 20 mil votos de Juan Castillo, en la campaña con menos publicidad y menos recursos de todas. Hay que mirar esto como un capital político unitario del FA y no caer en análisis maniqueos prisioneros de una lógica de bloques.
La dirección del Frente Amplio emergente de las elecciones del 27 de mayo tiene el poder más repartido y más equilibrado, eso es un hecho, y no pensamos que sea negativo. Por otra parte así lo decidieron los frenteamplistas.
Esto requerirá un esfuerzo mayor de acuerdo, la necesidad de tener en cuenta a todos los actores políticos del FA, a todos, no compartimos ningún anti, sea del signo que sea.
La campaña demostró que se puede hacer política en clave de unidad y que esa política rinde, convoca y entusiasma. No a todos, es cierto, pero a muchos y la clave está en tener la capacidad de organizar a esos muchos para acercar, debatir y convocar a todos los demás.
En ese sentido son muy positivas las declaraciones que realizó a EL POPULAR, Mónica Xavier, presidenta electa del FA. “Hay que recuperar el consenso como método de conducción”, dice en estas páginas, reivindica los principios históricos pero nos advierte “encerrarnos puede ser la peor manera de perder la identidad porque nacimos para estar con la gente y transformar la sociedad”.
La derecha está en ofensiva, cuestionando en toda la línea la acción del gobierno del FA y buscando frenar los cambios e impulsar su proyecto restaurador del neoliberalismo.
Se necesita un FA movilizado, fuerte y organizado, para luchar con la derecha y asegurar la perspectiva histórica, con la gestión de gobierno, muy importante por cierto, no alcanza.
Para enfrentar a la derecha y confrontar con el poder, lo que es ineludible para avanzar en el proceso de cambios, se necesita al gobierno, al FA y al movimiento popular, con menos no alcanza. Debatiendo, organizando y movilizando.
Con el FA, con los miles de frenteamplistas que se movilizaron y apostando a incorporar a los miles que no se sintieron convocados, es posible alcanzar esos objetivos.
Se necesita unidad, construida en el debate, y como herramienta para luchar por transformar la realidad. Se necesita militancia, de miles de formas, se necesita organización y presencia. Se necesita lucha política y lucha ideológica. Se necesita más izquierda. Se necesita más Frente Amplio.