Cambiar a una sociedad es una acción compleja,
dilatada en el tiempo, exige iniciativa política, decisiones, acciones de
gobierno, unidad y protagonismo popular.
El cambio, su rumbo, su profundidad, su ritmo,
la sustentabilidad de las transformaciones, es una lucha palmo a palmo, con
avances y retrocesos, plagada de contradicciones.
Esta semana que pasó hubo dos hechos que
abonan sin duda en la dirección del cambio, de las transformaciones profundas:
la reapertura de la ex Metzen y Sena y la firma del acuerdo que permitirá que
volvamos a tener una línea de navegación aérea de bandera nacional. Por
supuesto que hay diferencias entre las dos situaciones y no menores. Pero hay
puntos en común muy trascendentes y a ellos nos queremos referir. En ambos
casos los trabajadores se harán cargo de un fracaso de empresarios privados. En
ambos casos hubo una decidida lucha de los sindicatos involucrados y una
solidaridad clara y manifiesta del PIT-CNT. En ambos casos medió una decisión
política del gobierno del Frente Amplio de apoyar a los trabajadores y jugarse
a su propuesta como salida.
Humo
blanco en Empalme Olmos. El lunes luego de tres años y
medio de paralización
se reabrió la principal fábrica de cerámicas del Uruguay,
la ex Metzen y Sena. Un empresario inescrupuloso llevó la fábrica a la quiebra.
La receta es conocida: vaciamiento económico, manejo financiero irresponsable,
violación sistemática de los derechos de los trabajadores y luego intento de
recibir financiamiento público para socializar las pérdidas. La conducta de
este empresario está en manos de la justicia y por lo tanto ella laudará.
Lo que sí hay que señalar es la actitud del
empresario de marras que, luego de provocar la quiebra, intentó trabar
cualquier solución, interpuso todos los recursos judiciales posibles y quiso
hacer valer solamente su interés sin tomar en cuenta jamás a los trabajadores.
Proliferaron los rumores, las maniobras divisionistas, las promesas sin
sustento.
A todo ello tuvieron que hacer frente los
trabajadores, durante tres años y medio largos, difíciles, duros. Lo hicieron
defendiendo su organización sindical de base y con el apoyo permanente de su
organización nacional, el SUNCA. Se jugaron a una salida que no es la más
fácil: hacerse cargo de la empresa. Defender su fuente de trabajo haciéndose
cargo de la misma. Chocaron con mil dificultades, una de ellas fue recordada
por Oscar Andrade, secretario general del SUNCA: la imposibilidad de acceder a
créditos. Es que el sistema financiero privado, y en muchos sentidos también el
público, no está pensado para apoyar estas iniciativas, no entran dentro de su
horizonte. “El sistema financiero está pensado para prestar a los que no lo necesitan”,
dijo Andrade. Tiene razón.
Por ello hubo que pelear por generar
instrumentos de financiamiento que no existían y como parte de esta lucha
surgió el Fondo para el Desarrollo (FONDES). La lucha de los trabajadores, y la
voluntad política de la izquierda en el gobierno, lograron un cambio
institucional y generaron un instrumento nuevo, clave para financiar
emprendimientos productivos de nuevo tipo, con los trabajadores como
protagonistas.
El Fondo para el Desarrallo (FONDES) se creó
el 27 de setiembre de 2011 y se nutre básicamente del 30% del las
utilidades del BROU.
En menos de dos años aprobó préstamos por casi
30 millones de dólares para más de 10 empresas cooperativas entre ellas:
Envidrio, Productores Lecheros de San José, la curtiembre Uruven, FUNSACOOP, la
lanera COTRAPAY, la Cooperativa de Trabajadores del Emprendimiento Popular
Alimentario, de Canelones, la Cooperativa de Trabajadores Cerámicos de Empalme
Olmos, Pressur, una imprenta de Nueva Helvecia y ahora lo hará con los ex
trabajadores de PLUNA en ALAS-U.
Metzen y Sena hoy no existe más. Ahora en sus
instalaciones funciona la Cooperativa de Trabajadores Cerámicos de Empalme
Olmos. Se hicieron cargo de una infraestructura de 8 hectáreas techadas, de
complejos procesos de producción, de 345 puestos de trabajo, de un sistema de
venta y distribución nacional y de la imprescindible gestión de mercados
externos.
No será fácil. Pero tienen un elemento
fundamental para pelear el éxito: la unidad y el compromiso, sumados al
conocimiento de todos los resortes del proceso de producción. Durante tres años
y medio cuidaron las instalaciones, evitaron su deterioro, mantuvieron las
máquinas, recuperaron la red eléctrica, vigilaron para evitar robos y se
mantuvieron unidos y en lucha.
Tienen otro elemento adicional a su favor. La
simpatía, la solidaridad y el respaldo de todo Empalme Olmos, conmovía ver a
los gurises de las escuelas y el liceo, orgullosos con sus pabellones y su
emoción, en una ceremonia obrera, rodeados de las banderas de los sindicatos.
El pueblo entero orgulloso de sus vecinos, de sus trabajadores y de su lucha.
No es poca cosa.
Carreteo
de ALAS-U. En estos días, al fin del plazo establecido
por ley, se firmó un acuerdo entre el Poder Ejecutivo y los ex trabajadores de
PLUNA, que permitirá que se concrete una línea aérea de bandera nacional
gestionada por los trabajadores.
ALAS-U recibirá un préstamo de US$ 15 millones
del FONDES, comprará 3 de los aviones que están en el fideicomiso generado a
partir del cierre de PLUNA y tendrán las frecuencias que tenía PLUNA,
especialmente a nivel regional.
También en este caso hubo ineficiencia de
empresarios privados, presentados en su momento como la panacea, en este caso
por partida doble. Luego intentos de apropiarse de un patrimonio acumulado
durante décadas por toda la sociedad uruguaya.
Lo cierto es que la única propuesta seria,
sustentable y real de salida la presentaron los trabajadores, que aquí también,
se harán cargo.
Las
cooperativas y su proyección. Las cooperativas, aún
las de producción, no son nuevas en Uruguay, no nacieron ahora ni con el
FONDES. Tienen larga data en nuestro país y también fracasos y éxitos
acumulados.
Tampoco es nueva, muy por el contrario, es muy
vieja, la polémica sobre su papel y su alcance dentro del capitalismo y la
relación que tienen o deberían tener con el movimiento sindical, la lucha de
los trabajadores e incluso con el Estado.
Hemos defendido y defendemos, que en el marco
del capitalismo y más en el caso de un país como Uruguay, es imprescindible
luchar por un papel importante del Estado, también en la esfera económica, con
un peso importante en la matriz productiva, como motor del desarrollo nacional
y factor de defensa de la soberanía.
Pero eso no nos impide valorar el esfuerzo de
los trabajadores por organizarse para asumir emprendimientos productivos y
mucho más cuando son de esta envergadura e importancia. Es parte de un proceso
de aprendizaje y de experiencia, que incluye tener en sus propias manos la
organización del trabajo, de todo el proceso de producción y por supuesto
también apropiarse de la parte de la plusvalía que se apropiaban los
empresarios. También este es un proceso complejo, con contradicciones y con
limitaciones claras cuando se da dentro del capitalismo.
Sin necesidad de ir a tanta profundidad
ideológica señalamos un aspecto obvio: la mayoría de estas experiencias de
cooperativas, las de las empresas recuperadas, empiezan en una situación muy
compleja al hacerse cargo de emprendimientos que los empresarios fundieron o
vaciaron. No es la mejor manera de empezar y sería muy importante que el impulso
a las cooperativas de producción se diera desde el vamos, como una apuesta a
fortalecer un nuevo sector de la economía y no solo para apagar incendios.
No obstante ello y en el marco de lo que
concebimos como proceso de acumulación de fuerzas para avanzar en democracia
hacia una democracia avanzada los espacios de autogestión obrera son un
elemento positivo y que suma al proceso de transformaciones. Los apoyamos,
somos solidarios con ellos y los defenderemos junto a los trabajadores que los
protagonizan.
No es poca cosa que haya 25 empresas
recuperadas, gestionadas por sus obreros y que reciban apoyo político y
financiero del Estado y del gobierno. Es un cambio y nada menor. Donde los
empresarios fracasaron los trabajadores se hacen cargo.