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TAPA |
No es extraño, es una constante en la historia de EL POPULAR, de toda su historia. Pero además lo hacemos con alegría, con orgullo. Que los trabajadores, con su movilización y con sus propuestas, sean protagonistas de la vida nacional es una excelente noticia, para nosotros, para la izquierda, para todos los que quieren los cambios en nuestro país y también, sin ningún lugar a dudas, para la democracia y para el Uruguay todo.
Lo hacemos además para dar un mínimo balance al ninguneo sistemático de los grandes
medios de comunicación para con un actor central de nuestra sociedad que quieren minimizar, obviar, invisibilizar.
CONTRATAPA |
En nuestro país lo es además porque ya es parte de las tradiciones más hondas de nuestro pueblo. Decíamos en el editorial anterior que hace 123 años que se conmemora el 1º de mayo en Uruguay. Es mucho en un país que acaba de celebrar los 200 años del proceso que le dio surgimiento como Estado. Por su presencia en el tiempo y por su peso en la sociedad es claramente equiparable a las fechas de la independencia, de la gesta artiguista, a ninguna otra. Por eso es tan grave la afrenta a la historia, a los derechos, a nuestra convicción ciudadana que las trasnacionales que hoy son propietarias de Disco y Geant hicieron abriendo sus puertas. Hay que condenar esa actitud de profundo desprecio hacia los uruguayos todos y en particular hacia los trabajadores de nuestro país.
Este 1º de mayo era especial por varias razones. Se hacía en los 40 años de la huelga general que enfrento el Golpe de Estado y también en los 30 años del 1º de mayo de 1983, que marcó el comienzo de la ofensiva de masas que puso fin a la dictadura, demostrando una vez más, el papel central de los trabajadores, en todas las cosas importantes del Uruguay, en este caso, nada más y nada menos que la defensa de la libertad y la democracia.
¿Qué movimiento sindical?
Pero la historia, tanto del 1º de mayo en general, como en el Uruguay en particular, siendo importante, no es suficiente para dotar de contenido y menos de trascendencia al presente.Sin embargo este movimiento sindical de hoy recoge muy dignamente lo mejor de esa hermosa historia y la proyecta con fuerza renovada en el presente.
El movimiento sindical ha sorteado las pruebas de la dictadura, la represión, el neoliberalismo y también de la no siempre bien resuelta, en el mundo entero, relación con un gobierno progresista, y hoy sigue unido y se fortalece día a día.
La unidad no es una cuestión baladí. La unidad de sindicatos por rama y de todo el movimiento sindical en una central es un problema estratégico para los trabajadores, para toda la izquierda, para la perspectiva de cambios revolucionarios y también, vale reiterarlo, para la propia fortaleza de la democracia uruguaya.
No se trata solo de potenciar las lucha reivindicativa, cuestión importante, sino de permitir una incidencia mayor en la sociedad, en tanto clase social y por lo tanto un instrumento clave al servicio de la lucha por una perspectiva general de cambios. Atentar contra la unidad sindical, tanto en los sindicatos de rama, como más aún en la central, por más que se lo haga desde una fraseología revolucionaria, solamente favorece a las patronales y a la derecha. Por eso no es nada menor que la fortaleza de los trabajadores uruguayos se exprese en primer lugar en la unidad.
Por otra parte el movimiento sindical ha crecido en organización, en número de afiliados, en su proyección hacia la sociedad, muestra de ello son, en diferentes niveles: la iniciativa de la Concertación para el Desarrollo Productivo; las brigadas solidarias; el Programa de Vivienda Sindical; la participación de los sindicatos en el programa de Egreso del INAU, jugando los trabajadores organizados el rol de tutores de los menores infractores; la proyección y desarrollo del Instituto Cuesta-Duarte y de varias experiencias de investigación y formación en los sindicatos; la apuesta a nuevas formas de producción, como las cooperativas y las empresas recuperadas; la participación en instancias como el INEFOP, la dirección del BPS, la Junta Nacional de Salud, la conducción en los consejos de la enseñanza pública, etc. Es mucho y muy valioso y no es común en el sindicalismo del mundo.
Todo esto además sin abandonar un segundo el principal rol del sindicato pelear por el salario y las condiciones de vida de los trabajadores. En una semana, 25 mil trabajadores marcharon con el SUNCA en defensa de la vida; miles con el PIT-CNT y la ONAJPU reclamando la profundización de los cambios; cientos de jóvenes trabajadores participaron junto a estudiantes y jóvenes de los barios en un campamento, que fue también una instancia de lucha y compromiso; se firmó un nuevo convenio colectivo para las trabajadoras domésticas; se logró una victoria difícil en la industria láctea y como símbolo, un día antes del acto, los trabajadores rurales celebraron por primera vez en la historia su día, con feriado no laborable y pago.
Más aún, este movimiento sindical no ha dejado de expresar su visión superadora del capitalismo, con una perspectiva de cambios profundos, internacionalista, solidaria con Venezuela y Cuba y con los trabajadores que luchan en el mundo contra el brutal ajuste capitalista.
Todo esto se expresó en el 1º de mayo. En el multitudinario, combativo y alegre acto de Montevideo y en los 30 actos que se realizaron en todo el país, en algunos lugares por primera vez.
Por eso es tan importante el conjunto de propuestas que expresó el PIT-CNT en el 1º de mayo, por el contenido de las mismas y por qué movimiento sindical, con que historia, con que presente, con que capacidad de movilización, es el que las hace.
El movimiento sindical se ha ganado con su lucha en el pasado, con su lucha en el presente y con su perspectiva de futuro el derecho a ser un actor central e insoslayable del Uruguay. Por eso con razón reclama pasar a “una nueva etapa de cambios de cara al pueblo”. Y además compromete todo su esfuerzo, su representatividad y su capacidad para luchar por ella. Bienvenida sea.