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jueves, 25 de julio de 2013

La unidad, la lucha y la perspectiva


El Popular 234Estamos en un momento político de definiciones. Se podrá decir que todos los son y es cierto. Pero este tiene varios elementos que lo hacen especialmente sensible y trascendente. En el mundo los impactos de la brutal crisis del capitalismo global se hacen sentir con fuerza y afectan, en mayor o menor medida, a todo el globo. Cuando se dice que estamos ante un escenario internacional de incertidumbre se habla de eso. En la región conviven y luchan entre sí el proyecto de integración, de espacios de independencia y soberanía de los pueblos y los gobiernos de izquierda y progresistas;  con el histórico de atomización, sometimiento y dependencia del imperio, de la derecha y las clases dominantes.

En Uruguay están en discusión un conjunto de iniciativas
legales que amplían los derechos y profundizan la democracia, destacamos solo algunos centrales: la Ley de Responsabilidad Penal Empresarial, la Ley de Servicios Audiovisuales, las modificaciones a la Ley de Zonas Francas y la Ley de creación de una industria naval del Estado. Estamos en año preelectoral y se empiezan a diseñar las propuestas programáticas y de candidatos de las distintas fuerzas políticas. La derecha busca desesperadamente, y hasta ahora sin éxito, conformar un frente común para recuperar la conducción del Estado. En medio de eso  se desarrolla la batalla política y reivindicativa de los sectores populares que tiene dos ámbitos privilegiados, aunque no únicos: la Rendición de Cuentas y los Consejos de Salarios.
Ese es, en apretada síntesis, el escenario que expresa, a nivel mundial, regional y nacional una agudización de la lucha de clases, en todas las dimensiones de la misma: económica y reivindicativa, política e ideológica.
Ese escenario se resuelve o no a favor de la perspectiva transformadora y de izquierda con lucha, no hay otra manera. Con movilización, con debate ideológico, con iniciativa política y con gestión de gobierno que consolide y profundice los cambios.
Los trabajadores y la unidad. Es en esa perspectiva, imprescindiblemente amplia, que ubicamos el papel de los trabajadores, sus propuestas, su lucha.
No hay ninguna perspectiva de cambio sin los trabajadores organizados como protagonistas centrales. Son condición y a la vez garantía, de la posibilidad real de cambios, de su permanencia y de su profundidad.
Eso, válido teóricamente y materia pendiente en varios lugares del continente y del mundo, en Uruguay es una realidad viva, palpable, incuestionable.
En la conformación de los instrumentos históricos que el pueblo uruguayo se ha dado para transformar la realidad, en la constitución orgánica del movimiento popular, en la unidad sindical y política, en la conquista y reafirmación de los gobiernos del Frente Amplio, el papel de los trabajadores ha sido y es decisivo.
Para ello ha sido clave la construcción y el mantenimiento de la unidad, programática, orgánica y de acción, en sindicatos únicos por centro de trabajo, por rama y en una central única. En los dos primeros niveles ello ha incrementado el potencial reivindicativo y lo sigue haciendo. En el tercer nivel, el de la central única, además del aspecto reivindicativo, se potencia políticamente la incidencia de los trabajadores en tanto clase en la sociedad.
Ese es el valor estratégico de la unidad. Lo tienen claro las clases dominantes y la derecha que han hecho todo lo posible por romperla, desde el terrorismo de Estado liso y llano, hasta los despidos selectivos y las listas negras, pasando por una campaña permanente de desprestigio, de ataque, de cuestionamiento y también de invisibilización de las conquistas, para quitarle sentido práctico a la unidad en la cabeza de los trabajadores. Ese es el peligro mayor y hay que enfrentarlo todos los días. Pero también ponen en tensión la unidad algunas concepciones de sectores de la izquierda y del movimiento popular que no la perciben en su proyección estratégica y la subvaloran.
Quienes se benefician si se debilita la unidad son las clases dominantes, las patronales y la derecha. Quienes pierden son los trabajadores en primer lugar, pero todos los sectores populares, la izquierda y por lo tanto la perspectiva de transformaciones y de cambio.
Los trabajadores y la lucha. En el mismo sentido de la reflexión anterior se inscribe el papel de la lucha y de la movilización de los trabajadores. La unidad es esencialmente una herramienta de lucha, es para aumentar las posibilidades de la lucha. Es que no hay transformaciones de ningún tipo, sin lucha.
La derecha hace un escándalo con la conflictividad, hace estadísticas históricas, habla de récord y pide, obviamente, que le pongan un freno. Eso no es novedad. Si lo es que haya sectores del Gobierno del Frente Amplio que se dejen influir por esos cantos de sirena. Un movimiento sindical fuerte, organizado y movilizado, le hace bien a un gobierno de izquierda, lo fortalece.
¿Alguien esperaba que la discusión de la última Rendición de Cuentas y la última ronda del Consejo de Salarios se diera en un marco diferente al que se está dando? ¿Alguien esperaba que el movimiento sindical uruguayo no luchara por sus derechos y sus reivindicaciones? ¿Alguien creía que los sindicatos se iban a quedar quietos? Si alguien pensó esto no entiende al Uruguay, ni a sus trabajadores, ni a la izquierda.
En los reclamos que tanto desde sectores del gobierno como de sectores que abdican de una perspectiva estratégica y se juegan al todo o nada , unos les reclaman por mucha movilización y otros por poca, al movimiento sindical, se perciben nuevas expresiones de un debate que es histórico: el papel de los sindicatos.
Hace casi 100 años, Lenin polemizaba con Trostky, las concepciones anarquistas y socialdemócratas sobre los sindicatos. La concepción leninista planteaba la independencia de los sindicatos del Estado y del Partido de gobierno y planteaba el valor de la movilización aún en contradicción con el gobierno y el Estado socialista. Enfrentaba las concepciones que subordinaban a los sindicatos al Estado y al Partido, con las que abdicaban de cualquier compromiso político llevando el concepto de independencia casi al de aislamiento autista y también, y particularmente, con las concepciones que limitaban los sindicatos a una acción reivindicativa quitándole toda perspectiva de lucha transformadora y por lo tanto, revolucionaria.
Ese debate, como siempre en la vida, con nuevas formas y nuevas expresiones, se puede adivinar hoy en los argumentos, cuestionamientos y fuerzas que cuestionan al movimiento sindical uruguayo.
Desde estas páginas queremos ser claros, queremos y trabajamos por un movimiento sindical con independencia de clase, con compromiso de lucha, no queremos un movimiento sindical adormecido y menos domesticado. En el capitalismo los trabajadores consiguen avanzar en sus derechos luchando, no esperando que un gobierno, por más de izquierda que sea, se los otorgue. ¿Eso quiere decir que apoyamos cualquier lucha, cualquier táctica, cualquier reivindicación? De ninguna manera, porque junto con lo anterior, luchamos por inscribir la lucha de los trabajadores en el proceso histórico de transformaciones. Porque concebimos a los trabajadores como parte integrante, y esencial, del bloque social y político de los cambios, cuya misión histórica es desplazar a las clases dominantes del poder.
No nos da lo mismo que fuerza política este en el gobierno. Para decirlo muy claro, es el gobierno del Frente Amplio, es nuestro gobierno, lo defendemos y luchamos por lograr una nueva derrota de la derecha y un nuevo gobierno popular. Pero también es nuestro movimiento sindical, lo defendemos, lo construimos y creemos que de su unidad y capacidad de propuesta y lucha depende grandemente el objetivo anterior.
Hay que valorar y defender al movimiento sindical uruguayo, dar la polémica táctica y estratégica, promover la lucha siempre de cara al pueblo, siempre de cara a fortalecer la organización, siempre con una perspectiva política que trascienda lo reivindicativo. No es sencillo, ese debate ideológico histórico que mencionábamos en el movimiento sindical uruguayo se da a diario, porque la unidad implica que todas esas tendencias están dentro del movimiento sindical, polemizan, interactúan y conviven, son parte de la realidad.
¿Polemizar con las tácticas equivocadas? Sí porque en primer lugar perjudican a los trabajadores que no obtendrán sus derechos pero también porque golpean la perspectiva general de cambios y la disputa con la derecha. ¿Cuestionar la lucha en sí misma? Jamás, es y será la manera de avanzar.
Sabemos que esta es la concepción ampliamente mayoritaria en la dirección del movimiento sindical y así se expresó en el multitudinario acto del jueves.
Por todo eso fue trascendente el paro y la movilización de este jueves del PIT-CNT, con miles de trabajadoras y trabajadores en la calle, en unidad, con combatividad con compromiso. Algunos destacaran las críticas al gobierno, que las hubo, pero que nadie se confunda, quienes deben preocuparse con esa fuerza expresada en miles, son la derecha y las patronales.
El camino es el de siempre, más unidad, más solidaridad y más lucha, y también, y siempre, perspectiva política y de largo aliento.

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