Estamos en un momento político de
definiciones. Se podrá decir que todos los son y es cierto. Pero este tiene
varios elementos que lo hacen especialmente sensible y trascendente. En el
mundo los impactos de la brutal crisis del capitalismo global se hacen sentir
con fuerza y afectan, en mayor o menor medida, a todo el globo. Cuando se dice
que estamos ante un escenario internacional de incertidumbre se habla de eso.
En la región conviven y luchan entre sí el proyecto de integración, de espacios
de independencia y soberanía de los pueblos y los gobiernos de izquierda y
progresistas; con el histórico de
atomización, sometimiento y dependencia del imperio, de la derecha y las clases
dominantes.
En Uruguay están en discusión un conjunto de
iniciativas
legales que amplían los derechos y profundizan la democracia, destacamos
solo algunos centrales: la Ley de Responsabilidad Penal Empresarial, la Ley de
Servicios Audiovisuales, las modificaciones a la Ley de Zonas Francas y la Ley
de creación de una industria naval del Estado. Estamos en año preelectoral y se
empiezan a diseñar las propuestas programáticas y de candidatos de las
distintas fuerzas políticas. La derecha busca desesperadamente, y hasta ahora
sin éxito, conformar un frente común para recuperar la conducción del Estado.
En medio de eso se desarrolla la batalla
política y reivindicativa de los sectores populares que tiene dos ámbitos
privilegiados, aunque no únicos: la Rendición de Cuentas y los Consejos de
Salarios.
Ese es, en apretada síntesis, el escenario que
expresa, a nivel mundial, regional y nacional una agudización de la lucha de
clases, en todas las dimensiones de la misma: económica y reivindicativa,
política e ideológica.
Ese escenario se resuelve o no a favor de la
perspectiva transformadora y de izquierda con lucha, no hay otra manera. Con
movilización, con debate ideológico, con iniciativa política y con gestión de
gobierno que consolide y profundice los cambios.
Los
trabajadores y la unidad. Es en esa perspectiva,
imprescindiblemente amplia, que ubicamos el papel de los trabajadores, sus
propuestas, su lucha.
No hay ninguna perspectiva de cambio sin los
trabajadores organizados como protagonistas centrales. Son condición y a la vez
garantía, de la posibilidad real de cambios, de su permanencia y de su
profundidad.
Eso, válido teóricamente y materia pendiente
en varios lugares del continente y del mundo, en Uruguay es una realidad viva,
palpable, incuestionable.
En la conformación de los instrumentos
históricos que el pueblo uruguayo se ha dado para transformar la realidad, en
la constitución orgánica del movimiento popular, en la unidad sindical y
política, en la conquista y reafirmación de los gobiernos del Frente Amplio, el
papel de los trabajadores ha sido y es decisivo.
Para ello ha sido clave la construcción y el
mantenimiento de la unidad, programática, orgánica y de acción, en sindicatos
únicos por centro de trabajo, por rama y en una central única. En los dos
primeros niveles ello ha incrementado el potencial reivindicativo y lo sigue
haciendo. En el tercer nivel, el de la central única, además del aspecto
reivindicativo, se potencia políticamente la incidencia de los trabajadores en
tanto clase en la sociedad.
Ese es el valor estratégico de la unidad. Lo
tienen claro las clases dominantes y la derecha que han hecho todo lo posible
por romperla, desde el terrorismo de Estado liso y llano, hasta los despidos
selectivos y las listas negras, pasando por una campaña permanente de
desprestigio, de ataque, de cuestionamiento y también de invisibilización de
las conquistas, para quitarle sentido práctico a la unidad en la cabeza de los
trabajadores. Ese es el peligro mayor y hay que enfrentarlo todos los días.
Pero también ponen en tensión la unidad algunas concepciones de sectores de la
izquierda y del movimiento popular que no la perciben en su proyección
estratégica y la subvaloran.
Quienes se benefician si se debilita la unidad
son las clases dominantes, las patronales y la derecha. Quienes pierden son los
trabajadores en primer lugar, pero todos los sectores populares, la izquierda y
por lo tanto la perspectiva de transformaciones y de cambio.
Los
trabajadores y la lucha. En el mismo sentido de la
reflexión anterior se inscribe el papel de la lucha y de la movilización de los
trabajadores. La unidad es esencialmente una herramienta de lucha, es para
aumentar las posibilidades de la lucha. Es que no hay transformaciones de
ningún tipo, sin lucha.
La derecha hace un escándalo con la
conflictividad, hace estadísticas históricas, habla de récord y pide,
obviamente, que le pongan un freno. Eso no es novedad. Si lo es que haya
sectores del Gobierno del Frente Amplio que se dejen influir por esos cantos de
sirena. Un movimiento sindical fuerte, organizado y movilizado, le hace bien a
un gobierno de izquierda, lo fortalece.
¿Alguien esperaba que la discusión de la
última Rendición de Cuentas y la última ronda del Consejo de Salarios se diera
en un marco diferente al que se está dando? ¿Alguien esperaba que el movimiento
sindical uruguayo no luchara por sus derechos y sus reivindicaciones? ¿Alguien
creía que los sindicatos se iban a quedar quietos? Si alguien pensó esto no
entiende al Uruguay, ni a sus trabajadores, ni a la izquierda.
En los reclamos que tanto desde sectores del
gobierno como de sectores que abdican de una perspectiva estratégica y se
juegan al todo o nada , unos les reclaman por mucha movilización y otros por
poca, al movimiento sindical, se perciben nuevas expresiones de un debate que
es histórico: el papel de los sindicatos.
Hace casi 100 años, Lenin polemizaba con
Trostky, las concepciones anarquistas y socialdemócratas sobre los sindicatos.
La concepción leninista planteaba la independencia de los sindicatos del Estado
y del Partido de gobierno y planteaba el valor de la movilización aún en
contradicción con el gobierno y el Estado socialista. Enfrentaba las
concepciones que subordinaban a los sindicatos al Estado y al Partido, con las
que abdicaban de cualquier compromiso político llevando el concepto de
independencia casi al de aislamiento autista y también, y particularmente, con
las concepciones que limitaban los sindicatos a una acción reivindicativa
quitándole toda perspectiva de lucha transformadora y por lo tanto,
revolucionaria.
Ese debate, como siempre en la vida, con
nuevas formas y nuevas expresiones, se puede adivinar hoy en los argumentos,
cuestionamientos y fuerzas que cuestionan al movimiento sindical uruguayo.
Desde estas páginas queremos ser claros,
queremos y trabajamos por un movimiento sindical con independencia de clase,
con compromiso de lucha, no queremos un movimiento sindical adormecido y menos
domesticado. En el capitalismo los trabajadores consiguen avanzar en sus
derechos luchando, no esperando que un gobierno, por más de izquierda que sea,
se los otorgue. ¿Eso quiere decir que apoyamos cualquier lucha, cualquier táctica,
cualquier reivindicación? De ninguna manera, porque junto con lo anterior,
luchamos por inscribir la lucha de los trabajadores en el proceso histórico de
transformaciones. Porque concebimos a los trabajadores como parte integrante, y
esencial, del bloque social y político de los cambios, cuya misión histórica es
desplazar a las clases dominantes del poder.
No nos da lo mismo que fuerza política este en
el gobierno. Para decirlo muy claro, es el gobierno del Frente Amplio, es
nuestro gobierno, lo defendemos y luchamos por lograr una nueva derrota de la
derecha y un nuevo gobierno popular. Pero también es nuestro movimiento
sindical, lo defendemos, lo construimos y creemos que de su unidad y capacidad
de propuesta y lucha depende grandemente el objetivo anterior.
Hay que valorar y defender al movimiento
sindical uruguayo, dar la polémica táctica y estratégica, promover la lucha
siempre de cara al pueblo, siempre de cara a fortalecer la organización,
siempre con una perspectiva política que trascienda lo reivindicativo. No es
sencillo, ese debate ideológico histórico que mencionábamos en el movimiento
sindical uruguayo se da a diario, porque la unidad implica que todas esas
tendencias están dentro del movimiento sindical, polemizan, interactúan y
conviven, son parte de la realidad.
¿Polemizar con las tácticas equivocadas? Sí
porque en primer lugar perjudican a los trabajadores que no obtendrán sus
derechos pero también porque golpean la perspectiva general de cambios y la
disputa con la derecha. ¿Cuestionar la lucha en sí misma? Jamás, es y será la
manera de avanzar.
Sabemos que esta es la concepción ampliamente
mayoritaria en la dirección del movimiento sindical y así se expresó en el
multitudinario acto del jueves.
Por todo eso fue trascendente el paro y la
movilización de este jueves del PIT-CNT, con miles de trabajadoras y
trabajadores en la calle, en unidad, con combatividad con compromiso. Algunos
destacaran las críticas al gobierno, que las hubo, pero que nadie se confunda,
quienes deben preocuparse con esa fuerza expresada en miles, son la derecha y
las patronales.
El camino es el de siempre, más unidad, más
solidaridad y más lucha, y también, y siempre, perspectiva política y de largo
aliento.